La imagen del Perú en el Renacimiento

El ensayista peruano Edgar Montiel (1952), uno de los sabios contemporáneos de América Latina, acaba de publicar en Lima el libro El Perú en la memoria del Renacimiento, que con su prosa diáfana y ágil amplía su obra y nos abre las puertas a los modos de funcionamiento de «la alteridad americana en la forja de la humanidad», que es el subtítulo escogido para este nuevo volumen. Montiel, quien fue jefe de políticas culturales de la Unesco y representante de ese organismo en México, Guatemala, Cuba y Paraguay, ha dedicado su vida a recorrer los parajes milenarios del continente y las librerías de viejo y las bibliotecas de las capitales europeas y americanas en busca de los rastros del pasado y las raíces del futuro. Su pasión es establecer puentes entre los países latinoamericanos y el mundo considerado como una fascinante aventura global.

Más que ir en pos de vanos regionalismos o nacionalismos que construyen muros y buscan aislamientos y negaciones del otro, Montiel trata de establecer vasos comunicantes entre la historia cultural de estas regiones y las otras grandes civilizaciones de la humanidad, China, Japón, India, Oriente Medio, África y Europa, ya que tiene claro que el homo sapiens se extendió poco a poco a todos los puntos cardinales aprendiendo y dejando huellas a lo largo de su recorrido. Para él la cultura en América es otro episodio más de la gran aventura humana, por lo que rastrea en documentos el impacto que tuvo en todas partes el hallazgo de las civilizaciones milenarias que eclosionaron como las flores del cerezo desde hace unos diez mil años en estos territorios y fueron contemporáneas de las surgidas en el Indus, China, Egipto, Angkor, Nínive, Grecia, Roma, entre otras.

Desde las estepas orientales el homo sapiens emigró a lo largo de decenas de miles de años hasta llegar al continente americano en varias oleadas que siguen siendo rastreadas por los arqueólogos gracias a las tecnologías modernas, revisando de manera paulatina la cronología de esos movimientos. Los lejanos ancestros habrían llegado a través del estrecho de Behring, aunque no se descarta también que desde Polinesia otros humanos llegaran por vía marítima a las costas del Pacífico. Todas esas hipótesis, algunas comprobadas y otras por comprobar y lo que aun falta por descubrir en esta aventura arqueológica y antropológica, son terreno fértil para pensadores, artistas, cronistas o poetas y los hace viajar hasta las más apasionantes conjeturas de la imaginación.

«Este ensayo explora pistas sobre la forma en que el descubrimiento y la conquista de un remoto mundo andino pudo despertar tanta atención en la Europa del Renacimiento, cuando nadie esperaba encontrar un imperio colectivista en medio de cumbres y selvas agrestes» del «remoto y misterioso Birú, que la soldadesca cambió en sonoro Perú», nos dice Montiel en la introducción, y pasa luego a hacer la recapitulación de los documentos oficiales, escritos, relaciones, cartas de soldados o curas que fueron traducidos y difundidos de inmediato a partir de 1534 en las gacetas que ya circulaban en las ciudades de Alemania, Italia, España y Francia gracias al reciente invento de la imprenta de Gutenberg, precursor lejano de la actual red mundial de internet.

Estos documentos que Montiel consultó en los archivos se filtraron rápidamente desde las cortes o eran captados o adquiridos por espías o curiosos en los puertos a donde llegaban de regreso las fabulosas naves cargadas de oro, plata y joyas. En París, Madrid, Venecia, Hamburgo, Ámsterdam, Estrasburgo, Lyon o Frankfort los periodistas de la época difundieron en esas gacetas las noticias del descubrimiento y los pormenores del vencimiento de Atahualpa y su gente, lo que causó desde temprano críticas de los humanistas al maltrato y el saqueo sufrido por aquellas criaturas recién descubiertas. Desde entonces todas las mentes ilustradas de ese tiempo registraron el impacto del descubrimiento en sus escritos, como lo rastrea Montiel en las obras de Montaigne, Rabelais, Hugo Grotius, Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, y Diderot, entre otros.

Montiel destaca también el impacto de la obra del Inca Garcilaso, cuyos escritos hicieron ya leer en el siglo XVIII en «clave gobal, de cooperación entre culturas», la existencia de esos mundos. «Ya no es la remota otredad americana vista como un exotismo remoto sino es un reconocimiento objetivo de la alteridad existente entre las diversas culturas que deben convivir y fructificar en el mundo de hoy. En esto, el Inca Garcilaso fue un adelantado».

El autor se detiene en el primer libro sobre Perú, publicado en 1534 por François Juste, el editor de Rabelais, en Lyon, Francia, titulado Noticias verdaderas de las islas del Perú, cuya traducción del francés y análisis incluye como primicia en el volumen, lo que era una deuda personal que Montiel tenía con el historiador Juan José Vega (1932-2003), quien lo estudió y deseaba publicarlo a inicios de la década de los años 90 del siglo pasado. Este pequeño libro, cuyo único ejemplar se encuentra en el British Museum, está basado en las cartas del conquistador Francisco Pizarro, entonces gobernador del mítico país y su lectura desencadenó la imaginería precursora del realismo mágico o lo real maravilloso entre los escritores de ese momento en Europa.

El Perú en la memoria del renacimiento, publicado en bella edición ilustrada por el fondo editorial de la limeña Universidad de San Martín de Porres, aborda varios aspectos de la recepción en Europa de las noticias del Nuevo Mundo y entre ellos se destaca el hecho de que la poesía fue el género más apto para captar aquellos acontecimientos y difundirlos. Como ya sabemos a través de obra de Juan de Castellanos, quien contó la conquista en verso, los poetas fueron en ese momento los cronistas más acertados del impresionante hallazgo ultramarino.

El relato de la nueva naturaleza americana, su fauna y flora, la belleza de las mujeres y hombres nativos ataviados de oro y cubiertos de joyas, ciudades fabulosas, vestimentas, tejidos multicolores, palacios, carreteras, alimentación exótica, formas de gobierno y conocimientos astronómicos y técnicos pasaban al curioso lector europeo con mayor facilidad a través del poema de gestas, épico, que en el renacimiento llegó a sus máximos niveles de perfección formal. Montiel nos deleita con el análisis erudito de estos documentos y su impacto a través de una prosa decantada y serena que nos lleva de la mano con él a visitar los universos más secretos de la imaginación humana.

Publicación:
LaPatria.com – Eduardo García A. @Garciaguilar
Domingo, Marzo 18, 2018